jueves, noviembre 10, 2005

IV Investigación de Poco Serio...

El dueño de la internet

Si te pregunto ¿de quién es la internet? la respuesta más probable es que me digas: la internet es de todos. O, quizá, la internet no es de nadie. Ambas respuestas están equivocadas.
La internet es de Estados Unidos, aunque se la presta al resto del mundo. Y eso es precisamente lo que muchos países quisieran cambiar.
Es un mito pensar que la internet no tiene dueño. El Gobierno de Estados Unidos controla la internet a través de una organización privada, no lucrativa, llamada ICANN (Internet Corporation for Assigned Names and Numbers) y establecida en 1998.
De hecho, es el Departamento de Comercio estadounidense quien supervisa la labor de los 15 miembros del consejo directivo de ICANN. Y son esas pocas personas, de carne y hueso, y metidos en una sala de conferencias de Los Ángeles, quienes administran un sistema de 13 servidores gigantes en todo el mundo que permite el envío de miles de millones de correos diarios.
El ICANN, en Estados Unidos, es quien asigna tu correo electrónico y el mío, y el que permite que haya millones de sitios en la internet.
La internet es un sistema que conecta cadenas de computadoras y que creó un grupo de ingenieros estadounidenses a mediados de los años 60 para el Departamento de Defensa. Es, en otras palabras, un invento estadounidense para la guerra y Estados Unidos no está dispuesto a dejarlo en paz.
Y esa es la noticia. En un momento dado los estadounidenses consideraron entregar el control de la internet a un organismo internacional en el año 2006. Sin embargo, acaban de cambiar de opinión.
En un comunicado que pasó desapercibido por la prensa no especializada, el Departamento de Comercio dijo hace cuatro meses que "el Gobierno de Estados Unidos busca preservar la seguridad y estabilidad de la internet" y, por lo tanto, "no tomará ninguna acción que afecte negativamente su eficiente operación".
Traducción: que Estados Unidos no le va a soltar el control de la internet –su internet– a nadie.
Esto, desde luego, ha molestado al resto del mundo y a la misma Organización de Naciones Unidas que, después de un largo estudio, recomendó que la internet pasara a sus manos.
La internet es un instrumento fundamental para el funcionamiento de la economía y de la sociedad estadounidense y el gobierno del presidente George W. Bush no quiere correr el riesgo de dejarla en manos antiestadounidenses o poco amistosas, como las que se escucharon hace unos días en la Cumbre de las Américas en Mar del Plata, Argentina.

La idea de una internet controlada internacionalmente y no por Estados Unidos suena, a primera vista, como justa y lógica. Pero al más superficial análisis encontramos problemas.
Si la internet, por ejemplo, fuera controlada por un organismo internacional, dictaduras como la de Cuba, China y Arabia Saudita, o gobiernos autoritarios como el de Venezuela, podrían censurar la información que cuestionara sus regímenes.
O, peor aún, pudieran pedir los nombres, direcciones y teléfonos de aquellos quienes los critican por la internet y, luego, buscarlos y encarcelarlos bajo cualquier pretexto.
Incluso ahora, con la internet fuera de sus manos, los gobiernos de China y Cuba limitan enormemente su funcionamiento y contenido dentro de sus países. Imagínate, entonces, cómo sería si esos gobiernos y otros similares determinaran lo que tú y yo vemos por la internet. A partir de ese momento dejaríamos de tener acceso a toneladas de información que hoy están disponibles.

Por último, basta decir que la internet fue una idea estadounidense, administrada por más de cuatro décadas por estadounidenses, con tecnología estadounidense y que ahora Estados Unidos no está dispuesto a regalar el invento más importante desde el surgimiento de la televisión.
Tarde o temprano, supongo, Estados Unidos soltará los cables de la internet bajo condiciones muy estrictas para garantizar su accesibilidad y libertad. Pero no el próximo año.
La mitología cibernética de que la internet nos pertenece a todos surge del sentirnos casi poderosos al tocar un teclado de computadora; es la sensación de poder ir a cualquier lado apretando un simple botón. Pero, no debemos olvidar que es una ilusión; ese es un poder prestado por el dueño del juguetito.

The New York Times Syndicate