No es de gordos!
Una rara enfermedad lleva a los chicos a comer como locos

Especialistas médicos propusieron hoy hacer eje en la contención médica y familiar para tratar a los niños con síndrome de Prader-Willi, una rara enfermedad genética que lleva a los chicos a comer sin límites y les ocasiona complicaciones que si no se atienden, pueden provocar la muerte.
La patología, que aparece en los nenes antes de los seis años, es causada por una alteración del cromosoma 15 y se da en uno de cada 15 mil chicos, de ambos sexos y de todas las razas.
Los chicos que lo padecen tienen un apetito insaciable, dificultades de aprendizaje y problemas de comportamiento. Además, se caracterizan por un bajo tono muscular, son pequeños, tienen escaso crecimiento en la temprana infancia y sus órganos sexuales externos están poco desarrollados. Un informe de la IPWSO precisó que los niños desarrollan una compulsión por comer que empieza antes de los seis años, y esa imperiosa necesidad se vuelve irresistible, incontrolable y requiere de una supervisión constante de los cuidadores.
Chicos que lo sufren, cuando los gasten con que son obesos sólo contesten: "No soy gordo, soy fuertecito"...

Especialistas médicos propusieron hoy hacer eje en la contención médica y familiar para tratar a los niños con síndrome de Prader-Willi, una rara enfermedad genética que lleva a los chicos a comer sin límites y les ocasiona complicaciones que si no se atienden, pueden provocar la muerte.
La patología, que aparece en los nenes antes de los seis años, es causada por una alteración del cromosoma 15 y se da en uno de cada 15 mil chicos, de ambos sexos y de todas las razas.
Los chicos que lo padecen tienen un apetito insaciable, dificultades de aprendizaje y problemas de comportamiento. Además, se caracterizan por un bajo tono muscular, son pequeños, tienen escaso crecimiento en la temprana infancia y sus órganos sexuales externos están poco desarrollados. Un informe de la IPWSO precisó que los niños desarrollan una compulsión por comer que empieza antes de los seis años, y esa imperiosa necesidad se vuelve irresistible, incontrolable y requiere de una supervisión constante de los cuidadores.
Chicos que lo sufren, cuando los gasten con que son obesos sólo contesten: "No soy gordo, soy fuertecito"...